Bruselas
Bruselas, la capital de la Región de Bruselas y de Bélgica, es también la sede administrativa de la Unión Europea (UE). Su nombre oficial es Ville de Bruxelles (Ciudad de Bruselas) para no confundir el municipio y la región. La ciudad es observada desde la distancia como una ciudad gris, lluviosa, famosa por las construcciones medievales de la Grand Place, el Castillo Real de Laeken o el Manneken Pis. Poco conocida es, sin embargo, su gastronomía que combina la tradición francesa con la abundancia de los alemanes. Este es uno de los motivos por los cuales no sorprende nada en un restaurante pedir un plato principal y un postre. Los platos más tradicionales de la gastronomía de Bruselas son los mejillones al vapor con patatas fritas; el waterzooi, crema de pescado con rodaballo; el conejo con mostaza y cerveza; la carbonade a la flamenca, un plato de carne de buey regado con cerveza y aromatizada con hierbas; las croquetas de gambas; las endibias gratinadas con jamón o las anguilas en salsa verde.
En Bélgica la cerveza tiene la misma tradición que el vino en Francia.
Los belgas son grandes bebedores de cerveza y existen numerosas variedades, con diferentes colores y sabores. En Bélgica la elaboración de la cerveza tiene tanta tradición como la elaboración de vino en Francia. Las más famosas son la Brugs Tarwe, cerveza blanca de trigo, un poco turbia, con un sabor cercano al cilantro y muy refrescante; la Bruxelles Geuze, elaborada a base de fermentación espontánea; la Bolleke de Konick, propia de Amberes, de tonos ámbar y de alta fermentación tienen un sabor suave, con gusto a levadura y especiaas; la Stella Artois de Lovaina, Primus o Maes, de fermentación baja, de tonos dorados y sabor un poco amargo, al al estilo Pilsen; o las trapenses, tal vez las más renombradas del país, que reciben varios nombres como Rochfort, Orval, Westmalle o Achel, negras o claras, refermentadas en botellas y con un ligero sabor dulce con toques amargos.
El chocolate en Bélgica es una seña de identidad del país.
El chocolate es en Bélgica una seña de identidad. Las primeras fábricas y talleres aparecieron poco tiempo después de que los españoles trajeran semillas de cacao desde el Nuevo Mundo. En aquel tiempo, el chocolate era una bebida amarga sólo accesible a las clases más pudientes. Con el tiempo, los belgas fueron desarrollando diversas formas y sabores hasta el punto que los comerciantes de este país centroeuropeo utilizaban el chocolate para agasajar a sus clientes durante las negociaciones comerciales. Los belgas son los inventores del praliné que en Bélgica se consume con almendras garrapiñadas. En la capital son muchas las tiendas que ofrecen el producto nacional por excelencia. En Bélgica los bombones se comercializan en diversos formatos y en cajas siempre presentadas de una manera muy elegante y delicada pues el chocolate se considera en el país una obra de artesanía. En Brujas se puede visitar el Museo del Chocolate, uno de los más importantes del mundo en su especialidad. En las prestigiosas galerías St. Huberts existen numerosas tiendas de chocolate en cualquier de sus tres espacios: las galerías del Rey, de la Reina o del Príncipe pero también hay grandes tiendas a lo largo de la ciudad y cerca de la Grand Place, el centro neurálgico de Bruselas.
Para los amantes al chocolate decir que el chocolate belga es negro, no lleva leche y su sabor es pleno y armonioso. Se puede adquirir de muchas formas, las más comunes en forma de bombón, tableta o figuritas.
Punto y aparte es la chocolatería Pierre Marcolini, la mejor muestra del buen hacer belga en el arte de la repostería internacional. Un placer para el paladar, para los amantes a la búsqueda de la perfección en el gusto y la estética. En Marcolini no sólo ofrecen chocolates, hay una gran variedad de galletas, sorbetes o helados. La característica principal de Marcolini es que trabaja con un cacao seleccionado personalmente por sus especialistas buscando además el maridaje con los mejores ingredientes. Sus chocolates estrellas son la Trufa con champagne, el Trianon Fondant o el Envol, que ha recibido en varias ocasiones los mejores galardones internacionales. No deben olvidarse también los Macaroons (conocidos como mostachones) que en Bélgica son una tradición pero en Marcolini se convierten en arte.
Donde comer
Pierre Marcolini
Rue des Minimes 1, Place du Grand Sablon 1000 Bruselas
T: + 32 251 412 06
> www.marcolini.be
Neuhaus Grand Place
Grand Place 27, 1000 Bruselas (Bélgica)
T: +32 2 514 28 50
> www.neuhaus.be
Galler Chocolatiers
Rue de la station, 39 4051 Vaux-sous-Chèvremont Belgique
T: + 32 4 3672211
> www.galler.com
Confiserie Léonidas
Bvda. Jules Graindor, 43 1070 Bélgica