Cómo congelar frutas:
El componente principal de las frutas es el agua, como ya sabemos, el agua tiende a expandirse con la congelación lo que hace que el agua presente en las frutas rompa en la mayoría de los casos las fibras de las mismas, alterando considerablemente su textura tras el descongelado. Una solución para evitar este deterioro es congelar las frutas cocinadas en almíbar o en puré. En algunos casos, y dependiendo para qué vayan a ser destinadas las frutas, esta rotura no es necesariamente un inconveniente, sobre todo si vamos a destinar las frutas a la elaboración de sopas o purés. Al romperse las fibras, la fruta liberará parte de sus jugos. Esto puede ser una ventaja.
En el caso de las frutas como la manzana, la pera y las frutas de piel, deberás pelarlas y cortarlas en gajos o trocearlas antes de congelar.
Los frutos silvestres y frutos rojos (como las frambuesas, moras, fresas, grosellas, etc.) pueden ser congelados sin problema. Límpialos previamente, retira las hojas o tallos que pudieran tener y seca bien la fruta antes de congelarla.
Para evitar la oxidación de algunas frutas una vez peladas para su congelación, rocíalas con ácido ascórbico o zumo de limón. Es una buena idea para congelar manzanas, albaricoques, melocotones, aguacate, etc.
Es recomendable congelar la fruta ya cocinada en almíbar o cubierta con azúcar en un recipiente hermético. Mejor congelar las frutas en puré.
Cómo congelar verduras:
Por lo general, los vegetales que han sido previamente “blanqueados” (hervidos durante un par de minutos y debidamente enfriados posteriormente, mejor en agua con hielo) darán un mejor resultado tras la descongelación que los alimentos congelados en crudo. Seca bien los alimentos una vez “blanqueados” y enfriados. Blanquear los vegetales antes de congelar permite conservar también varios de sus nutrientes como las vitaminas A, B y C.
Para congelar vegetales como el calabacín, la berenjena, el pepino, etc., es mejor lavarlos y luego cortarlos en rodajas de no más de 1 cm de grosor, disponerlos entre dos hojas de papel de horno y congelarlos de este modo.
En el caso de las alcachofas es mejor congelarlas ya limpias, sin las hojas externas; solo sus corazones, ya blanqueados.
Los tomates se pueden congelar, ya sean cocinados o crudos. La piel de los tomates se desprenderá una vez descongelados. También se puede congelar los tomates sin pulpa o sin semillas, solo la carne cruda o bien los tomates cocinados, asados o en salsa.
La cebolla es otro de los alimentos que contienen mucho agua por lo que recomiendo picarla muy bien antes de congelar o incluso congelarla ya cocinada, como un sofrito o incluso asada.
Evita congelar las patatas en crudo o procura cortarlas y lavarlas previamente para eliminar parte de sus almidones. Se puede también freír ligeramente antes de congelar; en ese caso, enfriarlas y secalas bien antes de congelarlas.
Cómo congelar legumbres:
Las legumbres ya se conservan durante meses secas, como solemos encontrarlas en los comercios, por lo que no es necesario congelarlas.
En el caso de las legumbres frescas, como pueden ser los guisantes, podemos congelar estos sin problema, al contrario, en el caso de los guisantes, estos ven alteradas mínimamente sus propiedades por lo que congelarlos resulta la manera más apropiada para conservarlos.
Las legumbres cocidas o estofadas pueden congelarse sin ningún problema como cualquier plato cocinado, siguiendo las precauciones básicas para su correcta congelación
Cómo congelar lechugas:
Al igual que ocurre con otros alimentos como las setas, la fruta, etc. Las lechugas están compuestas en su mayor parte por agua. El proceso de congelado y descongelado afectaría tanto a la textura y propiedades de las hojas de lechuga que no es conveniente congelarlas.
Así pues, evita congelar las lechugas, salvo en el caso de las espinacas que puedes congelar previamente escaldadas y escurridas. Después de este proceso, es recomendable degustar las espinacas cocinadas.
Si congelases lechuga por el motivo que fuera, podrías utilizarla posteriormente en sopas o guisos.
Cómo congelar setas:
Como es sabido, las setas están compuestas fundamentalmente por agua. Durante el proceso de congelado, se forman cristales de hielo que pueden llegar a romper la estructura de los alimentos. Es lo que ocurre con las setas: la proporción de agua es tan alta que los cristales que se forman terminan alterando la naturaleza de las mismas, modificando su textura durante el proceso de congelado.
Una vez que descongeles las setas, liberarán gran parte de los jugos que las componen. Esto no es un inconveniente. Puedes secarlas muy bien o destinarlas a la elaboración de sopas, cremas o salsas.
La mejor manera de congelar setas podría ser cocinarlas previamente. Saltearlas o confitarlas antes de ser congeladas.
En el caso de la reina de los bosques, la trufa, sus propiedades organolépticas también sufren una modificación y deterioro durante el proceso de congelación por lo que no resulta muy apropiado conservarlas de este modo.
Cómo congelar hierbas aromáticas:
Las hierbas aromáticas sufren con los cambios de temperatura y notablemente con el frío, no parece recomendable congelar hierbas aromáticas aunque podemos hacerlo siguiendo alguna astucia.
“Blanquea” las hierbas aromáticas durante unos segundos en agua hirviendo y enfríalas rápidamente en agua con hielo. Sécalas bien y procede a su congelado
Puedes introducir las hierbas aromáticas ya blanqueadas dentro de cubiteras con agua y congelar las hierbas en cubitos.
También puedes triturar las hojas de las hierbas aromáticas blanqueadas y congelarlas hechas pasta dentro de cubiteras de hielo o entre dos papeles de cocina absorbentes.