La cúrcuma (Curcuma domestica, Curcuma longa) es una de las especias nutricionalmente más poderosas que existen.
Tiene su origen en la India, en donde se cultiva por lo menos desde hace más de 2.000 años, si bien se conoce desde hace más de 4.000. Al principio era una especia medicinal, pero pronto se usaría para teñir, perfumar y en cosmética. Es uno de los colorantes naturales para los alimentos más presente en las tradiciones culinarias de muchos países.
La palabra “cúrcuma” que utilizamos en español procede del árabe kourkoum (azafrán), ya que creían que la cúrcuma era una variedad del azafrán.
La planta, que mide alrededor de 1 m de alto, recuerda al jengibre y se cultiva en los países tropicales. Los principales exportadores son India, China, Sri Lanka y Filipinas. Su sabor es dulzón, con un toque amargo y picante. Se debe emplear en muy pequeñas cantidades, ya que de lo contrario amarga demasiado.
Su sabor es dulzón, con un toque amargo y picante. Se debe emplear en muy pequeñas cantidades, ya que de lo contrario amarga demasiado. Su sabor puede llegar a confundirse con el del jengibre en algunas preparaciones. También es un sustituto del azafrán, debido a su color amarillo-anaranjado.
La cúrcuma es un tónico estomacal con propiedades beneficiosas para los problemas hepáticos, biliares y para las indigestiones. Y todo gracias a su componente principal, la curcumina, que tiene poderes antioxidantes y se ha reconocido como beneficiosa en los casos de enfermedad de alzheimer (favorece la actividad cerebral durante la edad avanzada).
Existen estudios que indican que la cúrcuma ayuda al organismo a producir sustancias anticancerosas como el glutatión. También podría contribuir al control del crecimiento de tumores («la cúrcuma lleva a las células cancerosas al suicidio», afirman).
Su poder antioxidante es hasta 300 veces mayor que el de la vitamina E, con lo que disponemos de otra excelente sustancia antienvejecimiento, por supuesto combinada con otras prácticas.
Su poder antiinflamatorio natural también ayuda a aliviar el dolor: es pues una buena aliada en caso de artritis, ya que calma el dolor y favorece la eliminación de toxinas. Reduce también el colesterol nocivo. Pero por encima de todo resulta ideal, como tantas otras especias, en problemas digestivos (digestión lenta, falta de apetito, gases, exceso o falta de ácidos gástricos, etc.).
En Oriente se suele usar también en caso de resfriado, gripe, infecciones y diarreas; allí se suele tomar con leche. Las personas con asma y con mucha mucosidad bronquial se beneficiarán de su efecto expectorante si la utilizan con una leche vegetal o simplemente infusionada o añadida a una infusión.
En la cocina
La cúrcuma es otro de los ingredientes básicos del curry, probablemente el que posee más beneficios o indicaciones medicinales. En la cocina se emplea habitualmente para hacer salsas y en platos de legumbres o de cereales, además de poder introducirla en vinagretas, aceites aromáticos y un sinfín de preparaciones.
Se vende en raíz fresca, seca o en polvo; conviene guardarla en un tarro de cristal hermético y en un lugar fresco y seco.