Atravesar la discreta puerta del restaurante Spoonik en el barrio del Putxet de Barcelona, es como atravesar el espejo mágico de Alicia y entrar en otro mundo, en otro espacio. Y quizá no tanto por la singularidad de la arquitectura, sino por el ambiente que te recibe y te envuelve, cargado de sonidos de la selva, luces policromadas, esculturas irreverentes, perfumes, sillones versallescos y sobre todo sonrisas y voces de bienvenida.
Los responsables de este concepto de cocina de fusión de culturas y vibraciones latinas, son los chefs Jon Giraldo & Jaime Lieberman, que han desarrollado el proyecto y llevan el servicio dirigiendo y trabajando a la par del personal de sala.
En un momento, arranca el espectáculo: te invitan a la cocina, te presentan al personal y te sirven el primer aperitivo. De allí… a las mesas compartidas para comenzar la experiencia. No hay carta, hay un guión que tiene mucho de experiencia de iniciación con una puesta en escena de platos y maridaje a cargo del extraordinario Unai Mata, que son anunciados a viva voz y con una dinámica y una energía contagiosa.
La comida es deliciosa y sorprendente: Pizza efímera. Semiesférico eléctrico de Leche de Tigre; Ceviche Vegetal de Cactus; Mango y Manzana; aperitivos de Arepa de Choclo; Stilton afinado y miel; Crema de frijoles y crema de aguacate; Maíz, lima, jerez y palomitas; Verduras texturizadas con quesos catalanes; cereales infusionados y pilpil de miel; Ostra del delta del Ebro en Ceviche amazónico y helado de tomate de árbol ahumado; Salmonete Titoté en papillot de hoja de plátano con arroz de coco caramelizado y verduras; Mouse de foie y pollo de corral rostizado, chicha morá, doble maiz y velo de ron viejo de caldas; Entraña glaseada en glass de ternera y panela, croqueta de yuca, canelón de aguacate y pico de gallo con suero costeño…
Cuando estás en el Spoonik subes a un viaje sin escalas, sin pausas, sin distracciones que dura más de tres horas y cuando paras y vuelves al lado del espejo habitual, sientes que has viajado a lugares inhabituales, al trópico, al calor de la guayaba y al ardor de las cubas de ron caribeño.
En el equipo Spoonik y en sus creadores hay atrevimiento, intensidad, perfeccionismo, sorpresa, buen rollo, simpatía, y creatividad desbordante…
Lo dice Alicia en el libro de sus aventuras: “Creo que han perdido la cabeza, pero te diré un secreto: las mejores personas, lo han hecho”.