La langosta rosa o mora (Palinurus mauritanicus) se distingue de la común por su característico tono rosáceo y jaspeado de manchas, así como una cabeza visiblemente más grande que el cuerpo. Se captura por debajo de los 200 m de profundidad en aguas del sur del Mediterráneo. Suele medir entre 25 y 50 cm y pesar entre 700 g y 7 kg.
Temporada
De enero a febrero y de julio a agosto son los momentos idóneos para degustar las delicias de esta sabroso marisco.
Propiedades
La carne de langosta, sea cua sea su variedad, es rica en proteínas de alto valor biológico, baja en grasas y rica en vitaminas del grupo A y B, así como potasio, fósforo, magnesio, calcio y zinc.
En el mercado
Normalmente se encuentra entera y viva, aunque también podemos adquirila fresca cocida e incluso congelada. Una langosta fresca y en buen estado es aquella que muestra la cola curvada hacia dentro y que al cogerla se mueve enérgicamente. Las langostas hembra tienen mayor cantidad de carne en su interior y algunas transportan huevas, una delicatessen gastronómica para los paladares más selectos.
En la cocina
Una vez en casa, basta con introducirla en el frigorífico durante 24 horas o en el congelador durante 25-30 minutos hasta que el crustáceo muere. Entonces conviene cocinarlo y consumirlo cuanto antes, como máximo en el plazo de dos días. La forma más habitual de elaborarla consiste en cocerla. Para ello, se introduce la langosta en agua salada hirviendo durante 20 minutos y luego se deja enfriar en agua con hielo para que su carne quede bien compacta. Podemos acompañarla con salsa mahonesa, una vinagreta o simplemente unas gotas de limón. A la plancha, guisada, en caldereta, ensaladas o arroces también es deliciosa.
¿Lo sabías?
Cuando las langostas migran, forman filas en las que un ejemplar toca con las antenas la cola del compañero que lleva delante, pudiendo formar filas de miles de ejemplares.