Hace ya tiempo que el consumo de leche animal es ampliamente discutido. Mientras en algunas culturas se considera que la única leche animal apta para el consumo humano es la leche de mujer durante el período de lactancia del bebé, los occidentales hemos utilizado la leche animal como uno de los ingredientes imprescindibles de nuestra alimentación durante toda la vida.
Cada vez más investigaciones contradicen el paradigma occidental que reconoce la leche animal como el principal aporte de calcio en los seres humanos y cuestionan el consumo de leche animal para una vida saludable.
Sin pretender entrar de lleno en una polémica que llena páginas y páginas (virtuales o no), Delicooks ofrece algunos de los datos más relevantes sobre este discutido alimento.
Propiedades nutritivas de la leche
La leche contiene, además de agua, altos porcentajes de proteínas (caseínas y proteínas solubles) lípidos (en su mayor parte ácidos grasos insaturados y saturados), lactosa, minerales como calcio, fósforo y potasio, gran cantidad de vitaminas del grupo B y, en menor medida, vitaminas A, C, D y E.
Los inconvenientes de la leche
Los detractores del consumo de leche animal le atribuyen incidencia en enfermedades digestivas, cardiovasculares, alérgicas o respiratorias, e incluso en enfermedades autoinmunes. Sostienen que el calcio que aporta la leche se puede sustituir por el calcio contenido en verduras (especialmente berro, espinacas, brócoli), frutos secos, frutas, cereales, legumbres y semillas como el lino y el sésamo.
Tipos de leche disponibles en el mercado
Actualmente disponemos de una enorme variedad de leches tratadas en forma diferente durante el proceso de producción: homogeneizada, pasteurizada, uperizada o larga vida, esterilizada, y leches enriquecidas.
Las leches enriquecidas se elaboran provocando cambios deseados en su composición. De esta forma, encontramos leches enteras, desnatadas o semidesnatadas, enriquecidas en proteínas, elementos minerales o vitaminas, leches en que la grasa original se sustituye por grasas vegetales y de pescado (Omega-3) y leches parcialmente deslactosadas.
Las leches vegetales
La leche de soja es la más conocida entre las leches vegetales, pero también podemos encontrar leche de arroz, de avena, de almendras, de avellanas.
De las propiedades nutritivas de la leche de soja podemos decir que es rica en vitaminas del grupo B, minerales como el hierro y proteínas vegetales. Es conveniente consultar al pediatra antes de suministrar leche de soja a los niños, porque contiene fitoestrógenos, que la hacen especialmente recomendable para mujeres en la etapa de la menopausia. La leche de soja aporta cantidades similares de calcio que la leche animal, menos sodio y calorías, y su grasa es predominantemente poli-insaturada, por lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por otra parte, existen marcas de leche de soja que la enriquecen con calcio y vitaminas D y B12. Podemos consumirla con cereales o fruta y también utilizarla en batidos, helados, salsa bechamel, yogurt, cremas o sopas y, en general, en todas las recetas que llevan leche.
Leche de cabra: ¿el camino del medio?
La principal dificultad de sustituir la leche de vaca por leche de soja, para quienes estamos acostumbrados a la primera, es que su sabor y textura son muy diferentes. Es fácil incorporar la leche de soja a la dieta pero es mucho más difícil dejar de consumir leche animal. A menos que seamos ovo-lacto-vegetarianos, una opción para sustituir la leche de vaca por un producto de sabor y características similares es consumir leche de cabra.
Cada vez más, serias investigaciones demuestran los beneficios de la leche de cabra con respecto a la de vaca. Las proteínas de la cabra son de mejor calidad. Los lípidos se componen mayoritariamente de ácidos grasos de cadena media, por lo cual no engorda y disminuye los niveles de colesterol. La absorción y el depósito a nivel del hueso del calcio de la leche de cabra son mucho mayores, y por lo tanto previene la osteoporosis. Además, al contrario de lo que ocurre con otros alimentos ricos en calcio, favorece la absorción del hierro, así como el metabolismo de minerales como el fósforo, cobre, magnesio, zinc y selenio.
Por si fuera poco, un artículo publicado en la revista International Dairy Journal, revela que, según investigaciones en curso de la Universidad de Granada, la leche de cabra protege de posibles daños al ADN.