Entre las partes más suculentas del cabrito están:
– Cuna. Formada por los costillares con el cuello y pecho incluidos.
– Paletilla. Se trata de la pata delantera del animal. Se cataloga en dos categorías según haya sido cortada o entera. Las tajadas de la espalda tienen más hueso que la de la pierna pero la carne es más melosa. Entera se prepara asada o al horno y a la brasa si está cortada.
– Pierna. Es la pata trasera del animal y la pieza más apreciada del cabrito después de las costillas o chuletas. Esta pieza también se cataloga en dos categorías según si está cortada o entera.
Variedades
Según la edad y la alimentación del animal, se distingue entre el cabrito lechal (alimentado exclusivamente de leche materna) y el cabrito pascual (que también se alimenta de pastos). En general, el lechal se sacrifica a los 20-25 días de nacer y con un peso de entre 5 y 7 kg. Su carne es tierna y de color blanco nacarado, sin apenas grasa y muy jugosa. Mientras que el cabrito pascual se sacrifica a los 35-40 días de nacer, con un peso de entre 8 y 11 kg, y con una carne igualmente exquisita.
Propiedades
La carne de cabrito contiene proteínas de alto valor biológico, minerales como el hierro, el fósforo o el potasio, y vitaminas del grupo B. El zinc, que ejerce una importante acción antioxidante, también es otro mineral que destaca sobre el resto de las carnes. Está considerada como una carne saludable ya que tiene un bajo contenido en grasas y colesterol (siempre que antes de cocinarla eliminemos la grasa que se acumula debajo de la piel).
En la cocina
La forma más común de comer cabrito es cocinando alguna de sus preciadas piezas (costillas, chuleta, pierna o paletilla). Podemos prepararlas asadas en su propio jugo, guisadas, a la plancha…