De cuerpo oval y comprimido, su piel tiene una característica coloración plateada y rosácea marcada por pequeños puntos azulados. El pagel (Pagellus erythrinus) pertenece a la familia de los espáridos, como la dorada y el besugo, y habita el Atlántico este, desde las costas escandinavas hasta Cavo Verde, y también en el Mediterráneo y el mar del Norte. Los ejemplares más comunes miden entre 10 y 30 cm.
Propiedades
La carne blanca del pagel es bastante magra y rica en proteínas de al valor biológico, así como vitaminas de los grupos A y B, fósforo y potasio. Aporta unas 70 calorías por cada 100 gramos y su bajo contenido en grasas lo hace recomendable en dietas blandas y para aquellas personas que tienen problemas digestivos.
Temporada
El mejor momento del pagel o breca se da entre los meses de diciembre y abril.
En el mercado
El pagel suele venderse fresco y a la hora de elegir el mejor ejemplar conviene fijarse en que su carne se muestre firme y sin marcas de presión, las agallas rojas y los ojos brillantes y sin hundir.
Conservación
Al ser un pescado muy perecedero, conviene comprarlo en el último momento antes de regresar a casa. Debe guardarse en la parte más fría del frigorífico, previamente eviscerado y limpio, o en caso contrario en el congelador. Hay que conservarlo separado del resto de alimentos para evitar que les transmita su olor y consumirlo antes de 48 horas. Si optamos por congelarlo, el pagel conserva su sabor y todas sus propiedades nutritivas durante unos 6 meses.
En la cocina
La carne blanca y delicada del pagel permite las mismas posibilidades culinarias que otros pescados blancos como el besugo. Puede prepararse frito, a la plancha, a la sal, a la espalda, al horno o en papillote…