En estado puro
El cacao es uno de los alimentos más placenteros y deliciosos del mundo. Sabemos de sus efectos positivos para nuestra salud y de sus propiedades estimulantes. Sin embargo, ¿Estamos consumiendo hoy por hoy el cacao en su estado nutricional óptimo? ¿Con toda su pureza? ¿De dónde proviene el cacao?
El cacao proviene de un árbol, que para mí es uno de los más hermosos y mágicos que existen. Este árbol crece en tierras húmedas tropicales. De su tronco y de sus ramas crecen unos frutos de gran tamaño y de diferentes colores que varían entre el amarillo, el naranja, el verde y el violeta. En el fruto, al abrirlo se encuentra una crema fresca blanca, similar a la de la chirimoya, que es la parte más sabrosa del árbol, pero que únicamente se puede comer en el lugar donde crecen los árboles. Dentro de esa crema encontramos muchas semillas, de las cuales, siguiendo varios procesos naturales como el secado y la fermentación, se obtiene la semilla en bruto ya directamente preparada para ser comida.
Retrocediendo en la historia, el cacao es originario de tierras Mexicanas. Desde ahí se extendió hasta la cuenca del río amazonas y a toda la latitud del ecuador. Podemos encontrar cacao en África, Bali…
Su nombre científico es «Theobroma cacao» que significa en griego «Alimento de los dioses». El término «Alimento de los dioses» proviene de los tiempos de los aztecas, cuando el emperador Montezuma utilizaba el cacao para elaborar una bebida en la que lo mezclaba con hierbas medicinales y chile. Esta bebida era exclusiva para el harén real, y hoy es conocida como «Secreto de Montezuma». Se trata de un brebaje medicinal que aporta al organismo efectos excitantes.
Durante mi investigación hice un viaje al Monasterio de Piedra de Zaragoza, donde descubrí que en 1520, Hernán Cortés llegó de tierras americanas con varios regalos de los indios. Entre ellos traía la receta de Moctezuma, quien amablemente se la había confiado junto a toneladas de semillas de cacao y el resto de ingredientes necesarios para su elaboración. Hernán y unas monjas cocineras españolas prepararon la receta, pero les pareció que sabía demasiado amarga, así que decidieron agregarle azúcar. Esta fue la primera ocasión en la que el cacao fue mezclado con azúcar y empezó a denominarse «chocolate». Más adelante pasaría por manos suizas y se crearía la barra con leche que hoy todos conocemos.
En mi caso, me gusta llegar a la esencia de las cosas, así que recomiendo comer el cacao en su estado más puro y óptimo para absorber sus enormes beneficios.
Hoy en día podemos encontrar en el mercado cacao ecológico en bruto en forma de semillas, troceado, en polvo, en manteca y en pasta. Qué mejor opción que utilizar cualquiera de estas variedades y crear nuestros propios chocolates. A continuación les dejo varias recetas elaboradas sin leche y con alternativas de endulzantes naturales. ¡Inspírense y conviértanse en sus propios dioses!
