Perteneciente a la familia de las pasifloráceas, la fruta de la pasión o maracuyá (Passiflora edulis) es originaria de las regiones cálidas de Centroamérica y América del Sur, siendo Brasil y Colombia sus principales productores a nivel mundial.
Variedades. En el mercado podemos encontrar tres tipos:
– Amarilla (P. Edulis flavicarpa). De color amarillo, en forma de baya y con un sabor agridulce. Es la de mayor tamaño y puede alcanzar los 100 g de peso.
– Morada (P. Edulis sims). Es más pequeña y de color púrpura o morado.
– Granadilla (P. Edulis Ligularis). De colro anaranjado, dorado o amarillo pardo con pequeñas cintas blanquecinas. Su cáscara es lisa, dura y acolchada para proteger a la pulpa y su forma es oval, con un extremo acabado en punta.
Propiedades. Destaca por su elevado contenido de agua (su principal componente), así como su riqueza en hidratos de carbono, provitamina A (esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico), vitamina C y minerales como el potasio, el magnesio y el fósforo. También contiene una considerable cantidad de fibra, por lo que resulta muy recomendable para mejorar el tránsito intestinal. Eso sí, por su elevado contenido en potasio no es recomendable en aquellas personas que padezcan de insuficiencia renal o que requieran de dietas especiales para mantener a raya este mineral.
En el mercado. Es importante fijarse en el aspecto de su piel que debe mostrarse lisa y sin arrugas como indicativo de que no ha perdido su característica jugosidad. Una vez en casa puede guardarse en el frigorífico durante una semana o bien congelarla durante meses en piezas enteras o extrayendo la pulpa o su zumo.
En la cocina… La pulpa del maracuyá puede comerse cruda, en batidos, zumos, mermeladas, macedonias, sorbetes, helados, cremas… También resulta un excelente ingrediente en todo tipo de ensaladas de hoja verde donde su sabor ligeramente ácido combina de forma interesante. Asimismo, su flor es comestible y puede utilizarse como decoración en platos fríos o calientes.
¿Lo sabías? Su curioso nombre fue dado por los colonizadores españoles al ver que el aspecto de su flor recordaba a la corona de espinas de Jesucristo. Mientras que el término «maracuyá» es una corrupción del guaraní mburucuja que significa «hamaca de dípteros», por la extremada dulzura de su néctar que atrae a los insectos.